Para los amantes del fútbol esta frase no es ajena, sobre todo cuando ya va a finalizar el año y los torneos están acabando. Significa analizar posibilidades de éxito con una calculadora en la mano, especular y rezar para que una serie de resultados se den y confluyan de tal manera de que el equipo consiga su objetivo.
Usamos las matemáticas para darnos esperanza y especular. De esta manera estiramos la agonía y postergamos el sinsabor de aceptar que no se hicieron las cosas que se tenían que hacer en su momento, y al final hay un peligro eminente de no conseguir los resultados deseados.
Lo mismo nos pasa a veces en el quehacer cotidiano. Sabiendo que no nos hemos preparado de una manera consciente o que no hemos tomado todas la precauciones del caso, nos aferramos a posibilidades de situaciones favorables, amparándonos en la buena fortuna. O pretendemos que se trata de suerte y no entendemos que la suerte es lo que sucede cuando la preparación y la oportunidad se encuentran y se fusionan.
Una cosa es la esperanza y la fe y otra muy diferente es pensar que jugando a los dados siempre nos va ir bien.
La improvisación y falta de planeamiento no debe regir nuestro actuar, más aún cuando desarrollamos una actividad empresarial. Si no cumplimos las normas, es evidente que vamos a obtener como respuesta una multa. Si no nos preparamos para los tipos de fiscalizaciones que se dan actualmente, vamos a ser sancionados. Eso es un hecho. Si no costeamos técnicamente el producto que vendemos, utilizando la mayor cantidad de información real, nos vamos a dar con la sorpresa de que no vamos a ganar lo que pretendíamos ganar.
Las matemáticas son una ciencia exacta. Si planificamos bien, podemos sumar esfuerzos, restar riesgos, multiplicar los frutos, dividir el trabajo. De esta manera podemos potenciar al máximo los resultados. La fe interviene cuando nos trazamos y nos lanzamos sobre un objetivo que parece imposible e inalcanzable; y la esperanza cuando, a pesar de ello, trabajamos para conseguirlo y sentimos la confianza de poder lograrlo.
Planifica, ordena y cree que lo vas a lograr. De seguro que así será, siempre y cuando lo hagas en ese orden. Maximiza así tus posibilidades. Sueña siempre y no dejes de soñar. Recuerda que un joven pesimista es un cadáver prematuro.